Dicen que los años llaman a la nostalgia. No es siempre así, pero en el caso de Andrés Más parece ser cierto.
Siguen unas muestras de su forma de escribir en verso y en prosa, sobre su niñez y sobre el barrio que lo vio nacer y en el que vivió la mayor parte de su vida.
HOY QUE SE VIENE OTRO SIGLO
LOS RECUERDOS SE ME ASOMAN.
LAS IDEAS SE RETOMAN,
DE COSAS QUE YA HAN PASADO.
EL TIEMPO QUE NO HA BORRADO
LO QUE LA VIDA VIVIO,
ME OBLIGA A ESCRIBIR UN VERSO
DE AQUELLO QUE YA PASO.
LOS
HECHOS QUE ME MARCARON,
RESURGEN
EN EL PAPEL.
RESUCITO
EL TIEMPO AQUEL,
QUE
SE INICIO CON TRANVIA,
CON
LA SIRENA DEL DÍA,
EL
ALMACEN DE JOAQUIN,
LOS
MIL DIARIOS DEL CANILLA,
Y
AGRACIADA DE ADOQUIN.
DEL COLCHONERO EN MI CASA.
RECUERDO EL PAPEL DE ASTRASA,
LAS VACAS DE LA TABLADA.
EL GRAN PALETA QUEMADA,
LOS BONDI CON PLATAFORMA.
LAS BARRAS DE HIELO EN CARRO,
Y HASTA EL GALGO DE LA ONDA
ME
DIVERTI CON LA RECHA
LA
BOLITA Y EL BALERO
ME
ENTREVERE EN EL POTRERO
VI
LA TELE DE UN CANAL
LA
MERIENDA CON PILAN
HICE
MANDADOS CON YAPAS
Y
EN LA ESCUELA DIBUJE
CON
TINTA CHINA LOS MAPAS
LA LECHE EN SUS CASILLEROS
LOS BARRILES CERVECEROS
EL CAMION DEL KEROSEN
LA LIBRETA DE ALMACEN,
VI RECOGER LA BASURA
EN CARROS GRISES, CERRADOS
TIRADOS POR CINCO MULAS
YO
CALCE LAS ALPARGATAS
LAS
RANCHERAS, LOS
CHAMPIONES
CHAMPIONES
SKIPPYS
DE MIL COLORES,
CAMISAS
LA ROSA NEGRA
EL OXFORD QUE ALLI SE INTEGRA
MARCA
LA MODA UNISEX
NACE
EL JEAN AMERICANO
DEJA
DE LADO AL FAR WEST
NO ME OLVIDO DE ANGENSCHEIDT,
INTROZZI, ALIVERTI, OVALLE.
LOS BARITAS EN LA CALLE.
LA PERRA LAIKA EN EL COHETE,
SUPER MURGA LA GRAN SIETE,
GAGARIN HACIENDO HISTORIA.
EL PASO SIN VIADUCTO
Y LA SPICA EN MI MEMORIA.
ENCALLA EL BARCO EN CAPURRO.
SE INUNDA EL
CINCUENTA Y NUEVE.
CERRO CHATO TIENE
NIEVE.
BOSTON RIVER NO
ESTA MAS,
RIVERA VA MAS P´ATRÁS,
LA DILIGENCIA LA
CORREN.
NACE EL CARTON CON AGUJEROS
PARA QUE EL COSO TE COBRE.
CAUSA NO LLEGA HASTA EL PUERTO
EL AGUILA BLANCA HA MUERTO
EL TACOMA YA SE HUNDIO,
EL PLUS ULTRA SE RAJO
AL SIDECAR LO BORRARON
MOTOR FIDO YA NO EXISTE
Y HASTA AL OCHO JUBILARON
VI
EL ESTADIO CON TALUD,
EL
CHORIZO EN MEDIO TANQUE.
DE
MORENA VI SU ARRANQUE,
DE
PELE VI SU GRANDEZA,
DE
ARTIME VI SU VIVEZA,
EL
GOL DE MANGA YO VI
Y
EN EL RELOJ DE LA OLIMPICA,
MAS
DE UNA VEZ ME PERDI.
LA PELOTA CON LENGÜETA.
EL TROUVILLE DE LAS PILETAS.
LA BARRITA DE CONAPROLE.
LA HINCHADA GRITANDO OLE.
LOS ZAPATOS INCALCUER.
LOS COLORES CARAM D´ACHE
Y LA TUNICA DE SOLER
TODO
PASÓ, TODO QUEDA,
ESCONDIDO
EN LA MEMORIA.
PERO
HAY ALGO QUE ESTA
HISTORIA,
HISTORIA,
RESALTA
POR SOBRE TODO
Y
ES CON AQUEL BELLO MODO
QUE
DESDE EL PORTON SIN REJAS,
ME
GRITABA “ESTÁ LA LECHE”
LA
DULCE VOZ DE MI VIEJA.
Andrés Más
La fotografías que ilustran esta entrada fueron tomadas en 1954 por un turista norteamericano, poseedor de una excelente cámara, y bastante idoneidad para tomar fotos en color.
Colección Parlanchin
La fotografías que ilustran esta entrada fueron tomadas en 1954 por un turista norteamericano, poseedor de una excelente cámara, y bastante idoneidad para tomar fotos en color.
Colección Parlanchin
Ahora en prosa, y sobre el Barrio Capurro.
Hace 51 años nací
en Capurro, en mi casa y con partera, como antes, allí en Húsares 3720 en lo de
Don Jaime (mi abuelo) carpintero y herrero que no solo me enseñó el oficio sino
también a querer un barrio que a él lo había adoptado.
Recuerdo casi todo:
la cantera al final de la calle Húsares (antes de tierra) y donde íbamos a
tirar la basura y nos quedábamos a jugar al fútbol con “los Carita”, allí vivía
un pendejito de 6 o 7 años que se quería
entreverar con nosotros los mayores de
13 y 14 y al cual echábamos o lo sentábamos
en el muro de su casa que era la última
contra el arroyo y pertenecía a la Flia. Francescoli, ese pibe no era
otro que el Enzo.
Si habré hecho
mandados en los almacenes del barrio , había tantos…en Santiago. Labandera
estaba Don Joaquín, El Gallego Pérez, El Gordo y La gallega, en República
Francesa La Palma, El expendio y otra
sin nombre cerca de Coraceros. También estaba la zapatería de El Diente, la
carnicería del Gallego Mario, la fábrica de tostadas , el fierrero Orosmán, el boliche
La Picada, el Torreón y la peluquería El Serrucho frente a la tiendita.
Como no había tele y nos sobraba el tiempo, la
calle era toda nuestra, éramos una verdadera pandilla de botijas donde se
entreveraba el Manolo, los hijos de la Ñata, el Darío, el Enrique, el Alfonso,
el Cacho y tantos otros. Siempre callejeando libremente sin los peligros actuales
pero siempre vigilados por los vecinos que nos cuidaban como sus hijos, Los Calacha,
Don José Fojo, Doña Melanía, Don Raúl de Lorenzi , el Rulo Felintor, Sagrario ,
“El sordo” Lopez y yo que sé cuantos más………
Luego cambié de
casa, no de barrio y las costumbres cambiaron no solo por la zona sino más que
nada por la edad, ahora frecuentaba el Club Capurro del Chiquito Ríos, con el
Fiti y el viejo Melgarejo junto a toda la barra nueva de botijas, el querido
Fénix reducto inexpugnable del Vintén , El Torrado del querido Paco y Jacinto,
El Expreso Capurro, Bar El Once con la heladería de Los García, La Farmacia
Mangino, La Texaco de Malian y Galera, La Tentación de Cavazzi y después de
Ramos y Vila, la gallega de Sayonara, pegado al almacén de Los Manso, el
querido Manzanares, el Cine del Pelado Vence, el almacén de los Bartán, el
Frigonal frente a lo de Souto llevándose
de pica.
Hoy extraño todo,
con que gusto me colgaría del 126 del 163 o del 17, como me gustaría “sentir”
al mudo vendiendo diarios, escuchar la sirena de Martínez Reina y que me
dejaran como antes girar la rueda que enroscaba la cadena para bajar las
barreras de la calle Capurro. Poder ver al
carro del lechero que me paseó a mí y también a mi hija en un itinerario no mayor a una manzana.
Pago lo que sea por
cruzarme con el Triqui, El Flaco Mora, El Luis Musetti, El Bocha Sanchis, El
Gubita, el Quico Gonzalez, el Pato Galvalizzi , el Ciganda, el Cacho Perdomo o
el gordo Kaplán, es raro no los veo pero
sé que están, están en cada esquina de
nuestro querido Capurro un barrio como tantos pero mío, mío desde que nací y que nadie me podrá quitar.
Fotos http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=1126521
Pavada de Abuelo
Cuántas veces nos suceden cosas a las que no le damos trascendencia, pero que el correr del tiempo les trasmite una importancia increíble.
En el año 1961, me encontraba cursando segundo año de escuela en Maturana ; mi maestro: el inolvidable Scuadroni, y como siempre regenteando todo el colegio el supremo Padre Ellis.
A esa altura con solo 8 años de edad mi tiempo transcurría entre estudio y diversión, no estabas al tanto de las noticias del mundo y desconocías a muchas figuras relevantes.
Dentro de esas diversiones típicas de la edad estaba el fútbol, en los recreos, en la calle o donde fuera. Me apasionaba a pesar de no ser técnicamente dotado para practicarlo, fue por ello que en el correr de ese año me pareció muy interesante anotarme en los famosos campeonatos sabatinos organizados por el cura Ellis.
Que lindo fue seguir todos los pasos de la organización, la designación de los capitanes que eran todos de 5º y 6º y después la elección de los jugadores por parte de cada uno de ellos. Eran 8 equipos y diseminados en ellos nos encontrábamos una cantidad de compañeros de clase, como ser: Moragues, Rodríguez, Passina, Rico, Lopez, Larre, Reyes, Massa, Sanchis, Viqueira y tantos otros.
El inicio de ese campeonato lo esperé con tantas ansias que a pesar de jugar a las 16 horas me fui al Colegio a las 13 horas, con la excusa de ayudar a Ellis a preparar las camisetas. Recuerdo que me llevó mi viejo y me acompañó a “jugar” a esa hora en las desiertas canchas que solo contaban con la presencia de un veterano vestido con lo que hoy sería un equipo deportivo pero que por aquella época no era más que un buzo y un bombachudo azul típico de la fábrica Martinez Reina. El hombre tenía unos championes también azules muy gastados, nada que ver con mis nuevos Parabiago con tapones de goma que estaba pronto a estrenar.
Como este Señor estaba jugando contra la pared de la cancha chica, allá debajo de la pintura de “Domingo Savio, Santo a los 15 años por su gran voluntad”, nos acercamos y yo noté que mi padre quedó helado, tuvo un saludo muy ceremonioso pero a la vez muy alegre y se pusieron a conversar mientras yo disimuladamente le robaba la pelota al veterano, pelota que apenas podía dominar, dura, oscura gastada y por sobre todas las cosas muy pesada, de cuero y con lengüeta.
Luego de esa charla entre los adultos el hombre se acercó, se agachó poniendo su mano en mi cabeza y comenzó a darme una serie de consejos que en su mayoría no recuerdo salvo uno que quizás por lo que yo consideraba insólito me quedó grabado, “ponete aquí contra la pared y golpeá la pelota una vez con cada pierna, es importante saber pegarle con las dos, yo aún lo sigo practicando”.
Yo lo miré y pensé ¿para que?, ¿para que a esta edad este veterano sigue practicando?, no tenia menos de 60 años, ¿de que le serviría? ¿adónde quería llegar?.
Mientras tanto mi padre estaba más feliz que de costumbre, hasta se ofreció ir hasta casa y traer la vieja cámara de cajón, para sacarme una foto con ese Señor, yo me negué pues quería que estuviera presente al comenzar el campeonato.
Ese día terminó con una abultada derrota, le siguió una semana de clases y por fin otro sábado futbolero, también fui temprano pero solo; mi padre no podía ir, nuevamente me encontré con ese Señor, alto, espigado, elegante y peinado con gomina, fui corriendo a saludarlo y recuerdo haber jugado juntos por un largo rato. A partir de ese momento los partidos de los sábados pasaron a estar en segundo plano, me interesaba más ir a “practicar” con ese Señor que mucho quería enseñarme pero yo poco aprendía, pero que me trataba con el afecto de un abuelo con un nieto que no tenía.
Los campeonatos terminaron, y muy cada tanto me encontraba con él, era una alegría recíproca, el pegaba el grito de “Andresito” y yo le respondía con “José”, me hubiera gustado decirle abuelo, pero nunca me animé.
Nunca supe quien era, nunca dimensioné su figura, solo sé que lloré mucho cuando el 17/6/68 se anunció en el Colegio que uno de los ex alumnos más destacados había fallecido, se le rendiría un homenaje en la misa al maestro, al Mariscal José Nasazzi.
Andrés Más
17/6/98
En el año 1961, me encontraba cursando segundo año de escuela en Maturana ; mi maestro: el inolvidable Scuadroni, y como siempre regenteando todo el colegio el supremo Padre Ellis.
A esa altura con solo 8 años de edad mi tiempo transcurría entre estudio y diversión, no estabas al tanto de las noticias del mundo y desconocías a muchas figuras relevantes.
Dentro de esas diversiones típicas de la edad estaba el fútbol, en los recreos, en la calle o donde fuera. Me apasionaba a pesar de no ser técnicamente dotado para practicarlo, fue por ello que en el correr de ese año me pareció muy interesante anotarme en los famosos campeonatos sabatinos organizados por el cura Ellis.
Que lindo fue seguir todos los pasos de la organización, la designación de los capitanes que eran todos de 5º y 6º y después la elección de los jugadores por parte de cada uno de ellos. Eran 8 equipos y diseminados en ellos nos encontrábamos una cantidad de compañeros de clase, como ser: Moragues, Rodríguez, Passina, Rico, Lopez, Larre, Reyes, Massa, Sanchis, Viqueira y tantos otros.
El inicio de ese campeonato lo esperé con tantas ansias que a pesar de jugar a las 16 horas me fui al Colegio a las 13 horas, con la excusa de ayudar a Ellis a preparar las camisetas. Recuerdo que me llevó mi viejo y me acompañó a “jugar” a esa hora en las desiertas canchas que solo contaban con la presencia de un veterano vestido con lo que hoy sería un equipo deportivo pero que por aquella época no era más que un buzo y un bombachudo azul típico de la fábrica Martinez Reina. El hombre tenía unos championes también azules muy gastados, nada que ver con mis nuevos Parabiago con tapones de goma que estaba pronto a estrenar.
Como este Señor estaba jugando contra la pared de la cancha chica, allá debajo de la pintura de “Domingo Savio, Santo a los 15 años por su gran voluntad”, nos acercamos y yo noté que mi padre quedó helado, tuvo un saludo muy ceremonioso pero a la vez muy alegre y se pusieron a conversar mientras yo disimuladamente le robaba la pelota al veterano, pelota que apenas podía dominar, dura, oscura gastada y por sobre todas las cosas muy pesada, de cuero y con lengüeta.
Luego de esa charla entre los adultos el hombre se acercó, se agachó poniendo su mano en mi cabeza y comenzó a darme una serie de consejos que en su mayoría no recuerdo salvo uno que quizás por lo que yo consideraba insólito me quedó grabado, “ponete aquí contra la pared y golpeá la pelota una vez con cada pierna, es importante saber pegarle con las dos, yo aún lo sigo practicando”.
Yo lo miré y pensé ¿para que?, ¿para que a esta edad este veterano sigue practicando?, no tenia menos de 60 años, ¿de que le serviría? ¿adónde quería llegar?.
Mientras tanto mi padre estaba más feliz que de costumbre, hasta se ofreció ir hasta casa y traer la vieja cámara de cajón, para sacarme una foto con ese Señor, yo me negué pues quería que estuviera presente al comenzar el campeonato.
Ese día terminó con una abultada derrota, le siguió una semana de clases y por fin otro sábado futbolero, también fui temprano pero solo; mi padre no podía ir, nuevamente me encontré con ese Señor, alto, espigado, elegante y peinado con gomina, fui corriendo a saludarlo y recuerdo haber jugado juntos por un largo rato. A partir de ese momento los partidos de los sábados pasaron a estar en segundo plano, me interesaba más ir a “practicar” con ese Señor que mucho quería enseñarme pero yo poco aprendía, pero que me trataba con el afecto de un abuelo con un nieto que no tenía.
Los campeonatos terminaron, y muy cada tanto me encontraba con él, era una alegría recíproca, el pegaba el grito de “Andresito” y yo le respondía con “José”, me hubiera gustado decirle abuelo, pero nunca me animé.
Nunca supe quien era, nunca dimensioné su figura, solo sé que lloré mucho cuando el 17/6/68 se anunció en el Colegio que uno de los ex alumnos más destacados había fallecido, se le rendiría un homenaje en la misa al maestro, al Mariscal José Nasazzi.
Andrés Más
17/6/98